Mindful Eating
La relación entre alimentos y emociones
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El Mindfulness está en boca de todos, como
si en los últimos tiempos hubiera caído del
cielo para dejar correr, como la pólvora, todas
sus bondades. Atención consciente, atención
plena o mindfulness… De repente son términos
muy habituales y que oímos una y otra vez en los lugares más insospechados, pero ¿sabes
realmente de qué se trata?
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Proviene de las enseñanzas budistas y en pali
se denomina Sati. Su objetivo es transformar la
manera en la que somos en el mundo. ¿Cómo?
Prestando atención plena a lo que sucede en tu
interior pero también a tu alrededor. Aceptando cada
una de las experiencias y tratando de no juzgar.
Más allá de una meditación, el Mindfulness se
compone de diferentes técnicas que aumentan la
conciencia corporal, reducen el estrés, regulan las
emociones y favorecen el alcande de un estado de
equilibrio y calma. La clave de su éxito es la práctica
regular y constante. Solo así dejará paso a los
beneficios que aporta.
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es una práctica en la que tomamos
conciencia de las distintas facetas de
nuestra experiencia en el momento presente.
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Tomar conciencia de nuestras sensaciones, pensamientos y sentimientos. Ser consciente de cómo nos movemos, pero también de cómo nos sentimos física y mentalmente o como reaccionamos ante cada momento de la vida.
Lograrlo es el primer paso de una vida honesta, despierta, valiente,… Y esto es aplicable a ámbitos tan diversos como el deporte, la empresa, la educación y, por supuesto, el buen comer.
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¡Te presentamos el Mindful Eating o alimentación consciente!
Una guía para adquirir nuevos hábitos de alimentación que permiten dar al organismo lo que necesita en cada momento.
La regla de oro es escuchar al cuerpo y marcarse un objetivo: conseguir el equilibrio entre la conciencia del hambre y distinguir, de manera consciente, entre la saciedad y el placer de comer. En el camino, hay que prestar atención a los alimentos, pero también al cocinado, los horarios, el lugar o, el espacio, entre otros factores.
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Desayunar compulsivamente arrastrado por la ansiedad,
sentarte a comer por rutina, merendar por aburrimiento,
cenar más de la cuenta por ver la mesa llena,…
Seguro que son situaciones que te
suenan…. ¡y mucho!
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“Tengo hambre?”.
Hazte esta pregunta cada vez que
vayas a comer. Observa tu cuerpo,
escúchalo y sé sincero. No comas
si no tienes hambre. Y si la tienes,
sé consciente de cuánta tienes para
controlar la cantidad de alimento.
Come de todo, sin excesos
y con atención.
Disfruta de cada bocado!
Evita las distracciones.
Centra tu atención en lo que estás haciendo y acaba con cualquier estímulo externo (televisión, teléfono móvil,…) para concentrarte en los alimentos.
Come sentado a la mesa
en un lugar
Tranquilo.
Mastica despacio y saborea sin prisas.
Te saciarás antes y serás consciente de las propiedades, texturas, aromas y sabores de los alimentos.
Dedica al menos 20 minutos a cada comida. Si engulles, no le das tiempo al cuerpo a que te transmita la sensación de
Saciedad
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De pie.
Por rutina.
Impulsado por las emociones y no por la sensación de hambre.
Simplemente para vaciar el plato, aunque no tengas necesidad.
Mientras ves la tele, contestas e-mails, hablas por el móvil,…
Sin descanso pese a sentirte saciado.
Para aliviar la tristeza o la ansiedad.
Comer para aliviar nuestras emociones negativas.
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Siempre es bueno una ayuda para comenzar algo nuevo. Por eso, estos primeros pasos te ayudarán a emprender este camino apasionante:
Comprométete con el Mindful Eating con un pequeño gesto, por ejemplo, tomando un desayuno en el que la atención se centre en cada bocado o tratando de ser consciente de tus sensaciones antes de comer.
Prueba con un alimento que no despierte en ti la gula.Una fruta o una verdura puede ser un buen test para masticar despacio y con plena atención. Ya tendrás tiempo de ponerte a prueba con esa comida que te vuelve loco…
Coge un alimento y trata de adentrarte en él. Su aroma, su forma, su color, su textura, su sabor,… Observa si despierta en ti alguna emoción. Una vez acabes todo el proceso, cómelo.
Saborea con calma. ¡No tragues con prisas, mastica! Y date cuenta cómo se percibe el sabor desde el primer bocado y cómo va cambiando.
Ponle nombre y puntuación a lo que sientes. Al hambre, a la saciedad, a la satisfacción,… Verbalizarlo ayuda.
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