Comer es un placer que se multiplica si se hace rodeado de la familia y/o de buen@s amig@s.

Por ello, la barbacoa es una de las máximas expresiones de la perfecta combinación de ocio y gastronomía.

Si bien la palabra parece provenir del Caribe, concretamente de los indios taínos que habitaban lo que hoy es Haití, son muchos los que aseguran que el origen de la técnica actual se halla en los alrededores del Río de la Plata, el más ancho del mundo.

Se dice que los gauchos empleaban las rejillas de hierro en las que secaban el cuero también para asar la carne de las reses.

Una teoría que explica el enorme arraigo que este método de cocción tiene en Argentina, donde es popularmente conocido como asado o parrillada.

Aunque solemos utilizarlos como sinónimos, los “puristas” afirman que la barbacoa implica contar con una tapa, mientras que la parrilla no la incluye.

Una de las claves de la perfecta barbacoa es el disfrute. Sí!!! Debes dejar atrás las prisas, desacelerar el ritmo y saborear la vida!!

La barbacoa representa todo un ritual festivo en el cual, tan importante es que la carne esté en su punto, como pasar un rato distendido alrededor de las brasas.

Un buen vino o refrescos y un aperitivo para ir haciendo boca son también imprescindibles.

El material clásico ha sido siempre la madera (preferiblemente, maderas duras como el roble que alcanzan altas temperaturas). Los tarugos se suelen complementar con pequeñas ramitas (principalmente sarmientos) y piñas para avivar rápidamente el fuego, pero, lo más recomendable es emplear carbón.

Se trata del método más seguro, no contamina y, además, permite una potencia constante y duradera.

Existen carbones minerales o vegetales y, sin duda alguna, apostamos por el segundo tipo ya que se trata de un recurso accesible que aprovecha la leña resultante de la poda de distintas especies arbóreas.

Las parrillas de gas también son una solución práctica cuando no es posible hacer fuego, si bien, el sabor de la carne no se realza como con el carbón.

La clave es que el calor llegue al alimento de forma gradual y que se cocine lentamente.

La parrilla no debe quedar excesivamente cerca de las brasas o el fuego, pues la carne podría cocinarse muy rápidamente por la parte externa y quedar demasiado cruda en su interior.

Vale la pena esperar a que las brasas alcancen su punto óptimo (adquieran un tono grisáceo) para que la carne también lo logre.

La barbacoa es enemiga del estrés, así que, si queremos que nuestra carne conserve su jugo y sus grasas naturales, debemos armarnos de paciencia y...

Sacar la carne de la nevera una hora aprox. antes de cocinarla y dejarla a temperatura ambiente (a la sombra si es de día y protegida de los insectos)

No añadir la sal antes del asado ni durante el mismo, sino después, una vez cocinada la carne.

En el caso de las barbacoas, el orden de los factores altera el producto: se debe comenzar por las piezas más grandes, pues son aquellas que requieren más tiempo de cocinado, y reservar las piezas más finas para el final.

De este modo, toda la carne podrá servirse a la vez y el parrillero podrá sentarse a la mesa.

se puede dar un toque de aroma a la carne introduciendo unas ramitas de romero (u otra planta aromática) en las brasas.

La distancia es fundamental (seguridad ante todo!) así que un buen parrillero debe estar provisto de unas pinzas largas y unos guantes adecuados.

Antes de marcharse debe apagar la barbacoa. Se puede cerrar la tapa si dispone de ella y también se puede recurrir al agua en última instancia, pero lo ideal es esperar a que se apaguen las brasas.

Por último, la limpieza. Con cuidado de no quemarnos, conviene pasar un estropajo por cada una de las varillas de la parrilla, así como limpiar las pinzas y demás utensilios empleados.

Si bien la carne será la protagonista indiscutible del encuentro, no debemos desatender el resto del menú.

Además del aperitivo previo, hay que preparar guarniciones, primando las hortalizas y verduras de temporada.

Un buen tomate a gajos resulta refrescante y perfecto para acompañar a la carne, al igual que un poco de ensalada.

También podemos aprovechar las brasas para cocinar pimiento, cebolla, calabacín, berenjena...

La patata cocida es a la barbacoa lo que el huevo duro al pícnic, pues, si nos queda en su punto, será el ingrediente más codiciado después de la carne.

Una vez asada, córtala en láminas finas, sazónala al gusto y añade un chorrito de aceite para que esté más sabrosa y jugosa.

Apuesta por helado o una tarta semifría o bien por fruta fresca de temporada.

Lava, pela y corta -a dados o pequeños trozos- distintas variedades de fruta e insértalos en brochetas alternando los colores de las piezas.

Se trata de la salsa estrella de los asados argentinos porque es capaz de potenciar el sabor de la carne de vacuno.

Sus ingredientes básicos son ajo, perejil, aceite, vinagre, sal y pimienta.

Pimienta negra molida o pimienta cayena/ají si te gustan las emociones fuertes!!

También puedes añadir otras especias como orégano, tomillo, comino…

Dora levemente las especias (cantidad al gusto, entre media y una cucharada sopera de cada una) en una sartén con unas gotas de aceite.

Pica cuatro dientes de ajo y resérvalos.

Introduce las especias en un mortero y añade una cucharada de pimentón dulce y un poco de perejil fresco (una cucharada, finamente picado).

Después de majar la mezcla, añade vinagre (125 ml), aceite de oliva (125 ml), un poco de sal y continúa majando con el mortero.

Añade los ajos picados y sírvela.

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