Otra moda anglosajona que hemos adoptado, sobre todo el fin de semana como desayuno tardío, es el brunch.
Su nombre está formado por las
palabras desayuno (breakfast) y almuerzo (lunch) en inglés, pues resulta tan completo y dilatado que es capaz de suplir estas dos comidas, conteniendo elementos de ambas.
Aunque se hizo popular en Estados Unidos en los años 30, siendo el ágape habitual de los domingos “de resaca” tras los excesos del sábado noche, este potente desayuno -que también cubre la comida principal- nació en Inglaterra a finales del siglo XIX.